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martes, 18 de septiembre de 2012

EL MILAGRO DE VERZBISCAS

Mientras los ojos del mundo estaban puestos sobre los Juegos Olímpicos de Londres, un joven triatleta estadounidense de origen lituano, Lukas Verzbicas, se entrenaba el 31 de julio como un loco en e circuito de Colorado donde trabaja la selección de su país. Se lanzó en un descenso como siempre lo hacía, a tope, hasta que la rueda de su bici derrapó al frenar sobre una zona mojada antes de una curva. Salió despedido contra el guardarraíl.

Con apenas 19 años, Verzbicas, considerado una de las joyas del triatlón, intentó levantarse, sin éxito. Las piernas no le respondían. Enseguida se dio cuenta de que sus lesiones eran serias y echó mano del teléfono para pedir ayuda, pero no podía apenas respirar y mucho menos hablar. En ese momento llegó su compañero de entrenamiento y se puso en marcha el operativo para salvar su vida.

El examen médico reveló una fractura de clavícula, un pulmón perforado y dos vértebras fracturadas, con desplazamiento medular de un 20%. Siete horas en el quirófano, en manos del doctor Roger Nagy, permitieron estabilizar sus lesiones, a la espera de ver la evolución del daño medular, que le paralizó la pierna derecha. “La verdad, nunca pensé que volvería a andar. Pensábamos en la silla de ruedas o, como mucho, que caminase ayudado con muletas”, afirmaba el propio doctor Nagy.

No contaba con el afán de superación del joven triatleta nacido en Lituania, que se desplazó a los nueve años a Estados Unidos, alimentado por su padrastro, que el primer día de su rehabilitación puso una pizarra en su habitación del hospital en la que había escrito: Río 2016.

Recuperada la motivación tras la depresión inicial, Lukas inició una carrera espectacular hacia la recuperación que le permitió salir del hospital cinco semanas después del accidente, 12 días antes de lo previsto, para continuar con su camino hacia la cima del triatlón, donde se dirigía antes de su accidente, cuando ganó en junio la Copa del Mundo de Banyoles ante triatletas profesionales de nivel como Vidal o Polyanskiy.

“Volveré al triatlón a finales de 2013”, dice ahora en las redes sociales mientras sigue sufriendo e ingiriendo calorías para recuperar los kilos perdidos —un 40% de su peso corporal— y volver a ser el chaval que dejó el atletismo por el triatlón en 2011 para poder dedicarle la victoria en el Mundial júnior a su amigo Kevin McDowell, al que habían detectado un linfoma de Hodgkin.

Por José Manuel Castillo 18/09/2012