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domingo, 19 de agosto de 2012

CRÓNICA DE LA PEDRO DELGADO 2012

Hola.
La Perico, es una Cicloturista que tiene lugar en Segovia, apadrinada por el famoso ciclista de la década de los 80, Perico Delgado, ganador de un Tour y dos Vueltas Ciclistas a España. Sale de la famosa ciudad de Segovia, si si, esa que tiene un Acueducto Romano y un Alcazar y muchas iglesias de estilo románico y un dulce típico, denominado "Ponche Segoviano", elaborado con un delicioso y exquisito bizcocho y delicada yema horneada, con forma de Pan de Cádiz, pero de sabor y textura diferente al dulce Gaditano de mazapán, yema y batata.

No pude traerlo para que lo degustáseis, debido a que sus ingredientes no aguantan mas de 8-10 horas sin refrigeración. Para probarlo tendréis que ir vosotros, un aliciente mas para visitar la Ciudad Castellana y realizar La Perico.

Este año, el homenajeado ha sido Angel Arroyo....

¿Por qué se le recuerda?: Por estar a punto de ganar el Tour de 1983 y por ser uno de los ciclistas españoles que enseñó a las generaciones venideras a cómo hacer cosas grandes en la ronda gala, se retiró en 1989 en las filas del mítico Reynolds. En la actualidad tiene una empresa de túneles de lavado de coches.

Es natural de El Barraco, provincia de Ávila, cuna de otros grandes ciclistas como el desaparecido Chava Jiménez o Carlos Sastre.

Guarda una gran amistad con Perico, con el que coincidió en el Reynolds. Perico lo invitó a su Cicloturista y Arroyo aceptó.

Como no podía ser de otra manera, El Pedal ha estado presente en esta 19 edición de La Perico, donde Jose María Lorite, Rafael García del Valle, Carmen García y Sergio Rivero han dejado constancia de su presencia, demostrando a todos los participantes la clase que derrocha el Ciclismo Sevillano, intentando mantener el nivel exhibido por los que nos precedieron el año pasado y que tan alto dejaron el listón, no olvidemos que Luis, nuestro Luis, realizó la prueba en unas fantásticas 4horas y 30 minutos y Mario y Pollerín también le fueron a la zaga.
La verdad, ha resultado una agradable experiencia, en el plano humano, deportivo y turístico. Temperatura estupenda y cielos despejados, tuvo a bien el Todopoderoso obsequiar a los allí congregados para realizar tan señalado evento.

Un marco incomparable esa salida a pie del Acueducto, con el contraste que proporcionan los innumerables coloridos que forman las ropas de los ciclistas allí congregados.

Un par de minutos pasaban de las 8.00 am, cuando se daba la salida. Nos deseamos suerte y por parejas nos fuimos mezclando con la serpiente multicolor que formaba el cortejo, de una parte Pepe y yo y por otra, Rafael García del Valle y su hija Carmen, a los que ya no veríamos hasta finalizar la prueba.

En la salida nos encontramos a los amigos Hispabikers, sin duda una agradable sorpresa.
A la salida empezamos muy retrasados y desde la retaguardia tuvimos que remontar para llegar a la Granja, donde acababa la neutralizada, en una situación mas favorable que la que poseíamos en la salida de Segovia. Para eso confié plenamente en Pepe. La experiencia es un grado y nadie mas idóneo para marcar el ritmo necesario.

Llegamos a La Granja con una orografía ascendente todo el tiempo y un ritmo vivo para empezar a enfrentarnos al primer puerto del día, Navacerrada, con sus 7 revueltas, esas míticas curvas donde la pendiente se vuelve cruel y toma la apariencia de 12, 13% de media, obligando a los participantes ponerse a biela, para ir devorando, poco a poco los kilómetros que conforman tan exigente subida.

A la mitad del puerto, aproximadamente, una de las estampas que llevo grabadas en mi mente. Dos colosos, frente a frente..., a la izquierda Pepe, nuestro Pepe, a ritmo de plato grande, como le gusta a él y a biela, con un ritmo pausado en movimiento corporal, pero con un avance tipo trasatlántico, majestuoso y poderoso. A la derecha, el homenajeado, el mismísimo Angel Arroyo, con mayor cadencia, y aroma de un ciclismo extinto, añejo y a la vez intemporal. De piel morena y brillante, fruto, seguramente, del protector solar, con una Razesa por montura, compañera de sus andanzas cuando era profesional, culotte y maillot originario de ese, ya mítico, equipo Reynolds y una "chichonera" de color blanco, antecesora del casco moderno, que le confería un aire distinguido y diferente, con aroma a una época donde el ciclismo despegaba, para quedarse con nosotros para siempre en nuestros corazones, en forma de nombres míticos..., Laurent Fignon, Zoetemelk, Hinault, Lemong y los españoles Arroyo, Alberto Fernandez, Laguía, Pedro Muñoz, Rupérez, Lejarreta, Pino, Gorospe, Recio, Chozas, Magro, Velda...y como guinda, Pedro Delgado. Ellos fueron los que pusieron la primera piedra para el ciclismo que tenemos hoy día, tienen tanto mérito como los Indurain, Freire o Contador. Gracias a ellos el ciclismo español resurgió, algo apagado desde Ocaña. Creo que se les debe mucho a estos ciclistas.

Además creo que fue la última generación realmente guardián de lo tradicional, rastrales, cables al viento, maillots de punto, chichoneras, aquellos cuadros de acero donde todavía se valoraba el trabajo de un artesano.... todo ello desapareció de golpe poco después.
Por mi edad, esa generación, siempre tendrá un lugar especial en mi corazón, recuerdos de una televisión Española diferente de solo dos canales, donde las retransmisiones de eventos deportivo tenían otro aire, a gran espectáculo, porque era lo único que había.

Una época donde conocí el ciclismo, su dureza y su belleza, para hoy, sin ninguna duda, decir a boca llena, que es el deporte mas bonito del mundo, y agradecer a todos los responsables, directos e indirectos, que lograron montarme en una bici de carretera, hace apenas año y medio, los buenos momentos que la bici me está deparando, y deseando que solo sea un aperitivo de lo que queda por venir y disfrutar.

Pero, como todos sabemos, la verdad del ciclismo se ve subiendo y, hoy por hoy, nuestro Pepe pudo con Angel. Mientras Pepe, buscaba el calor del sol de la mañana, en la cumbre, Angel Arroyo se bajaba de la bicicleta, unos tres kilómetros antes de coronar.

Al pasar a su altura, éste humilde redactor de El Pedal, lo dejaba con pena, en el arcén de la derecha, a toque de infantería, rebozado de admiración y respeto...Gracias Angel, Muchas Gracias por todo.

Llegamos a la cima de Navacerrada, Pepe me espera y sin solución de continuidad, nos lanzamos en la bajada, camino de la segunda dificultad montañosa del día, la Morcuera
El miedo me atenaza, reminiscencias y recuerdos de mi caída en el Marie Blanc. Al sentir los ciclistas pasar por mi lado, recordaba aquel amigo que me envistió por atrás en territorio francés. Temblaba bajando y no era precisamente de frío, aunque la temperatura en la bajada pudiera prestarse a ello. Era de miedo. Agarraba el manillar fuertemente y con ambos índices picaba, constantemente, el freno, no quería coger velocidad, me parecía que la carretera era estrecha, muy estrecha, estrechísima y muy rugosa e inestable. Un dolor agudo e insoportable sacudía mis tríceps, fruto de la tensión que llevaba en los brazos, agarrando con fuerza, con mucha fuerza, el manillar de mi Tarmac.

Esto ha sido todo, para los que están acostumbrados a crónicas en clave de humor, lo siento, otra vez será.

Me di cuenta que esa caída en la QH, no estaba superada, ni mucho menos. Que esa herida estaba abierta y que el suelo está muy duro como para darse de nuevo un chapuzón en él, eso marcó el resto de la prueba para mí..., pero de una cosa estoy seguro, no soy persona de rendirse, al igual que otros amigos y compañeros, superaré este trance y recuperaré el gusto por las bajadas, mas pronto que tarde...

Pepe decidió no agobiarme y esperarme una vez finalizados los descensos.
Apenas llegas a pie de puerto, empieza la subida a La Morcuera, dura, pero a ritmo, vamos devorando la distancia que nos falta para coronar.

Llegamos arriba y decidimos no parar en el avituallamiento, vamos bien de agua y de comida.
Bajada, tipo moviola, a cámara lenta, como estaba escrito de debía de ser ese día y de repente en una curva, una ambulancia, caras de preocupación en los responsables..., caída grave seguro...eso me dio la puntilla...

Rumbo a la tercera subida del día, Canencia. No es un puerto muy largo, pero de un porcentaje constante en torno al 8% de media. Es necesario seguir subiendo a ritmo, la regularidad es el secreto. Es curioso, vamos superando a todos esos amigos que vamos mas o menos en los mismos tiempos. Ellos nos superan bajando y Pepe y yo los pasamos subiendo, una lástima no haber bajado mejor, pero bueno, cosas que pasan.

En todas las subidas hay un denominador común que sigue constante, también, en las bajadas......, las vacas, unas vacas enormes de color caramelo y que tienen tapizadas las carreteras con sus descomunales excrementos, la típica y castellana, moñiga o caca de la vaca. Son tranquilas y pacientes y parece no afectarles tanto loco a lomos de unos artefactos, subiendo y bajando, o mas bien estarán acostumbradas, son ya 19 ediciones viendo pasar ciclistas por sus dominios. Coronamos Canencia y vuelta a bajar. Pero esta bajada es distinta, igual de lenta, pero confiado en que solo queda un puerto que subir.

Tengo que confesaros que este año he ido a la Sufrida y a la QH, pero en ninguna he sufrido más que en este puerto de La Perico, Navafría.

Navafría, no parece, a priori, de una dureza temible, ni siquiera es demasiado largo, pero a mí me pareció infinito, durísimo, quizás por el cansancio acumulado o la tensión sufrida en cada bajada, pero llegué a él con la reserva. Tirando de amor propio, una pealada tras otra y sabedor que un ciclista de El Pedal nunca se rinde, sacaba fuerzas de no se donde y seguía pedaleando, cuando peor lo tenía..., Pepe me animaba y sacaba lo mejor de mí para no desfallecer. Casi al final, nos cogieron los amigos del Hispabikers, que venían por atrás. Por fin, coronamos. Paramos en el avituallamiento, situado en la cumbre y repostamos bebida isotónica y agua. Camino de Segovia, pero antes tendría que afrontar la ultima bajada del día. Un denominador común, los pinos, árbol rey de esta región Castellana, un olor penetrante y agradable que amenizaba las interminables bajadas. Carreteras estrechas y contorsionadas, de firme correcto, pero una sola pega, un porcentaje negativo que facilitaba a acción de la fuerza G y aumentaba sin remedio la velocidad de todo el que osaba desafiarlas.

Termina la bajada y adivino a Pepe en una larga recta unos diez minutos después. Ahora se supone que queda lo mas liviano, un hermoso llano hasta la ciudad poseedora del famoso Acueducto.

Un insoportable viento de cara, acaba con las esperanzas de un paseo hasta Meta. Enlazo con Pepe y éste empieza una labor titánica, intentar coger a un numeroso grupo que nos precede unos 500 metros por delante. Apenas le doy un par de relevos y Pepe se percata que no podrá contar conmigo para poder coger al grupo. Los 6 compañeros que llevo a mi espalda no están para relevos. Pero Pepe y yo, les aventajamos en que somos de El Pedal e intentamos la proeza. Todos se quedan, Pepe solo contra el dios Eólo, yo apenas puedo aguantar su rueda, me recordaba a Ulises en la Iliada. Pero Dios existe y nos cogen por detrás un grupo bien pertrechado de buenos rodadores. Esta grupetta es buena, unos veinte la componen y parecen con fuerzas.

En apenas unos minutos Pepe, como si fuera un General y demostrando la experiencia acumulada durante tantas cicloturistas, organiza la cabeza y empiezan a entrar a relevos. Increíble, pero a pesar del viento, el grupo avanza a cincuenta kilómetros por hora y en apenas cinco minutos cogemos al grupo delantero. La historia se repite, Pepe vuelve a organizar y empiezan a tirar a la caza de otro grupo que llevamos por delante. Al ver, que Pepe predica con el ejemplo y es el que más tira y más fuerte da los relevos, cunde la solidaridad y en apenas unos kilómetros fagocitamos al grupo delantero. Se forma un pelotón de 80-100 unidades.
Yo iba, a ratos en la cola del pelotón y a ratos en medio del grupo, sufriendo pero confiado en llegar. Pepe siempre en cabeza, no me cabe la menor duda de la gran Perico que habría realizado si no me hubiera o hubiese esperado durante todo el camino, pero bueno, eso es otra historia.

De pronto, un madrileño alerta....

-aquello es el repecho de las Antenas.

Dios mío, un repecho de apenas un kilometro, pero que a esa altura de la prueba, unos 145 kilómetros en las piernas, parece un puerto.

Decido hacer un esfuerzo y ponerme en cabeza del grupo. Pepe aplaude mi iniciativa y se viene conmigo animándome. Yo pretendía que me cogiera el repecho bien colocado, para acabar lo mas adelantado posible al finalizarlo y sobre todo, no perder, por nada del mundo, la protección del grupo y quedarme solo contra el viento.

Para mi sorpresa y la de Pepe, el ritmo que pusimos era demasiado para el pelotón y ambos coronamos el repecho en solitario, incluso cogimos algunas unidades que estaban por delante. Lo que provocó la admiración de todo el pelotón, que debió pensar...

-pues vaya tela con estos de El Pedal de Sevilla..., que exhibición. Hasta Pepe se sorprendió del ritmo que fui capaz de desarrollar, aunque el primer sorprendido fui yo bismo...
Todavía, quedaba alguna tachuela incómoda. Cuando creía que todo había terminado, era la localidad de La Granja y adivino un letrero que pone...SEGOVIA 5 KM.

-Dios, no puedo, no puedo

Pero pude y por fin llegamos al Pabellón Perico Delgado, con168 km en las piernas.

Mi primer recuerdo fue para Rafael y Carmen, ¿donde estarían? y ¿como le habría ido?, confiado en que todo hubiera ido bien, como así fue.

Al final, todos bien y contentos, disfrutamos de la comida y la bebida. Ensalada de arroz abundante, bollo con chorizo muy calentito y toda la cerveza que fueras capaz de beber, para mi sorpresa, había cerveza Sin, lo que fue todo un detallazo, aderezado con una fresquita botella de agua mineral.

Esto ha sido todo, los que estan acostumbrados a crónicas en clave de humor, lo siento, otra vez será.

Un abrazo y no dudéis, si el verano y la família te lo permite, haced la Perico, es altamente recomendable.

Por Sergio Rivero 19/08/2012