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miércoles, 31 de octubre de 2007

EMIGRANTE A LA FUERZA

Terrible destino el de Ottavio Bottecchia que emigró a Francia en busca de gloria y ganó dos Tours antes de morir de forma misteriosa en el hospital de Gemona el 15 de junio de 1927. Le encontraron doce días antes, tumbado inconsciente al borde de un viñedo. Dijeron que había sido una caída cuando entrenaba. Esa, al menos, fue la versión oficial corroborada por los médicos que afirmarón que se había caído victima de una fuerte insolación. Sin embargo, ciertos indicios en la posición de su cuerpo, así como el que la bicicleta se encontrase a más de doce metros de él, hicieron levantarse algunas sospechas. Algunos aventuraron que sus opiniones tan radicales, y su abierta oposición al régimen musoliniano- que le valierón numerosas amenazas, incluso de muerte- explicaban su asesinato. Y tenían razón, al menos en un punto: Ottavio había sido asesinado, pero por otro motivo que sus ideas.

La verdad se supo veinte años después, cuando el "affaire Bottecchia" estaba ya olvidado. En su lecho de muerte, el campesino propietario de la viña al borde de la cual fue encontrado el campeón, hizo llamar a un cura para confesarse. Allí le relató su terrible secreto, el haber matado a un ciclista porque le sorprendió en su viña comiendose unas uvas. Se acercó a él y le dió un terrible bastonazo en la nuca...El dossier se volvió a abrir una vez muerto el campesino, pues el sacerdote no podía traicionar el secreto de confesión. La policía descubrió entonces que el campesino conocía bien a Ottavio y que cometió su crimen por motivos de celos.

El crimen resulta libertino en todo su horror, ya que un análisis de los hechos que reseñaba el dossier inicial- rápidamente archivado por la policía y la justicia- basta para deducir bien a las claras la identidad del asesino. No fue por su posición antifascista por lo que Bottecchia fue asesinado, pero si fue por ello por lo que no se tuvo ninguna de clase de cuidado en averiguar la identidad del asesino.

Nacido el 1 de agosto de 1894 en la provincia de Treviso, en el pueblecito de San Martino Colle Umberto, Ottavio Bottecchia debió de trabajar mucho y muy duro para ganarse el pan. De ahí le vino su apodo de "El albañil de Frioul".

No fué a la escuela ni apenas dos años y era casi analfabeto antes de hacerse ciclista profesional en 1922, cuando ya tenia 28 años.

La gloria y el dinero (no mucho a decir verdad) que le trajeron sus victorias en el Tour, no le dieron tanta satisfación como el aprender , por fin, a leer. Quien le impulsó a cruzar el Rubicón fue su amigo y compañero de los entrenamientos, Picci, que ejercia a veces de improvisado maestro. Cuando volvían de entrenar le enseñaba a leer en las columnas de "La Gazzetta dello Sport", o en las publicaciones clandestinas de oposición al fascismo.

Soy un obrero de la bicicleta declaró un día de 1925 a un periodista del periódico francófono belga "Le Soir", con esa fiereza propia de sus orígenes y de los años terribles que tuvo que soportar. El trabajo sí,...y también cuatro años de guerra en el frente austroitaliano. Y fue allí, en medio del cataclismo, en donde aprendió a andar en bicicleta, ya que se vio enrolado en una sección ciclista de los Bersaglieri, encargados de transmitir los mensajes del frente al estado mayor.

Su paso a profesionales se realizó con un equipo francés: "Automoto- Hutchinson", a donde le llevó Henri Pelisier quien se fijó en sus cualidades durante una carrera en Italia.

Buena elección la de Henri, pues Ottavio puso todo su empeño para hacerle ganar el Tour de Francia de 1923 y, más tarde, para dejarle triunfar en la montaña, allá en donde él hubiera podido irse como y cuando hubiese querido.

Ottavio era el hombre Tour por excelencia. Insencible a las inclemencias del tiempo, inmune a la enfermedad, con una resistencia y un coraje excepcionales, no tenía ningún punto débil en su registro, haciéndolo todo bien: rodar, sprintar, y sobre todo escalar. Los dos años siguientes ganó el Tour sin dificultades, un Tour al que debió de dedicarse con una entrega total ya que no podía correr con su propio país. Es por eso que sólo participó en un Giro, en 1923, clasificándose en quinta posición.