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domingo, 18 de noviembre de 2007

EL ASTUTO

Lucien Aimar, Hyéois de nacimiento y meridional hasta la punta de sus calapiés, tenía un sentido del humor que podríamos considerar casi ingles. Es decir, que tenia la habilidad de resultar a la vez astuto y simpático. Si bien nunca sabias si su conversación, a veces restallante como un látigo, era en serio o en broma.

Una habilidad, en suma, tan desconcertante en el hombre como en el corredor. Se dice que en el Tour del 66- que se llevó tras sus ataques en los Pirineos y los Alpes-, le fue "regalado" por Anquetil.

Una afirmación un tanto severa que reune dosis de verdad y mentiras mezcladas a partes iguales. Verdad, porque Jacques engañó a Poulidor haciéndole creer que nunca había estado tan fuerte como en aquel momento y que "Poupou" se tragó el Bluff, falso porque Lucien supo echar mano de todas sus cualidades para imponerse a los que no se tragaron el anzuelo como fue el caso de Jan Janssen.

Y éste es un dato que, en justicia, conviene recordar aquí, tanto más, cuanto su triunfo permanece injustamente olvidado.

Tras cuatro años de aprendizaje en las filas del FSGT y de su club, Bessagne- Olympique, Aimar se impuso en la Route de France para amateurs (1963), y hubiera repetido la faena en el Tour del Porvenir del siguiente año, si los comisarios del mismo no le hubiera inflingido una severa penalización de un minuto.

En profesionales inscribió su nombre en el palmarés de la Genés-Niza, de los Cuatro Días de Dunkerque y de la Polymultipliée; obteniendo además excelentes clasificaciones en Vuelta, Giro y Tour. Unos resultados que no permitían engañarse.

Pero cuando realmente demostró todas su valía, la verdadera extensión de sus posibilidades fue le ganar el Campeonato de Francia, por delante de Roger Pingeon en 1968. Un maillot nacional conseguido después de una carrera terriblemente difícil en el increíble horno en que se convierten las Gargantas del Ardeche en el mes de Agosto.

Aquel día Aimar batió a Pingeon al sprint después de trabajar sin regatear esfuerzo alguno. ¡Y todavía hubo quien puso peros a su victoria!.

En realidad, Lucien no fue sino una víctima de la Francia "poulidorista". Vasallo de Anquetil, Aimar fue el encargado de impedir que "Poupou" ganase su Tour, y en Francia eso no se perdonaría jamás.

Cuando uno sabe la clase que tenía, no puede por menos de preguntarse si no fue la apatía del público, la frialdad con que le trataba, la que le impidió dar la verdadera medida de sus posibilidades. Pero al fondo queda su humor; ese gracejo inconfundible que presentimos fachada hecha para ocultar algunas de sus desilusiones.

Ese humor que le impide, aún hoy en día, hablar del pasado, de lo que pudo ser y no fue. Sin embargo no ha abandonado la bicicleta. Es él quien organiza cada año una de las carreras más importante del inicio de la temporada: El Tour del Mediterraneo. Ahora, se limita a hablar de su carrera, de los problemas que tiene para organizarla o del comportamiento de los que la disputan; aquí se muestra más hablador. Del pasado, nada, o casi nada, lo único, si acaso, alguna anécdota dispersa y poco más.

Buena prueba de humor que no hace sino mantener un cierto halo de misterio alrededor de él y de su Tour. Porque él lo sabe, sabe que es su nombre, el de Lucien Aimar, el que figura en la casilla del año 1966. Y eso, es lo único que importa.