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miércoles, 2 de enero de 2008

EL TOUR DE FRANTZ

Nicolás Frantz, Luxemburgués de Mamer, un pueblo situado a menos de 10 kilómetros de la capital del Gran Ducado, dominó a tal punto los Tours de Francia de 1927 y 1928 que se les llegó a llamar los Tours de Frantz. Antes que él, otros demostraron su supremacía, pero nunca nadie, según los cronistas, lo hizo con tanta elegancia, clase, y aparente desenvoltura. Piensen que en 1928 cogió el maillot amarillo el primer día en Caen, y lo guardó durante veintidós etapas, hasta París, en donde se dio el lujo de ganar en la pista del Parque de los Príncipes...Este hijo de granjero, que hubiera seguido en la granja familiar de no ser ciclista, tenía por divisa una frase típica de su país: Immer mit der ruhe (siempre con calma).

Una calma alrededor de la cual componía su personaje, y que imponía tanto en la vida como en el ciclismo. Tenía mucha prestancia y cuidaba su aspecto sobremanera, lo que no era nada corriente en el mundo ciclista de entreguerras. Este cuidado por la pulcritud decía tenerlo desde sus inicios en la competición, durante la guerra, donde, por una parte, no encontraba nada que comprar, y por otra tenía que competir con lo que encontraba o le prestaban, dada la oposición de su familia a que practicase el ciclismo. Fue por eso que en su primera carrera oficial vistió una camiseta de futbolista que le había prestado un prisionero de guerra francés recluido en Luxemburgo, un veterano jugador internacional del que siempre lamentó haber olvidado el nombre.

Pero era sobre la bicicleta donde más patente se hacía su elegancia. Su posición sobre la máquina era perfecta para la época. Tenía una pedalada ligera, casi aérea, que causaba la falsa sensación de ser producida sin esfuerzo. Una facilidad aparente que al principio provocaba antipatía entre los que no le conocían suficientemente. Le creían pretencioso cuando no era ese el caso. Sin embargo, sus éxitos y su comportamiento con sus adversarios y el público le hicieron pronto justicia.

Desde su aparición en el Tour de 1924 se destacó como un vencedor en potencia de la Grande Boucle. A sus cualidades de rodador y sprinter, añadía las de escalador, una faceta imprescindible para aquel que quisiera ganar la más prestigiosa de las pruebas ciclistas. Ganador de dos etapas de alta montaña, Briançon- Gex y Gex- Estrasburgo, pronto dejó claro que era el único capaz de oponerse a la supremacía de Ottavio Bottechia, en camino de ser el primer italiano vencedor del Tour. Pero el duelo esperado por el público no tendría lugar; muchos dijeron que Nick no estaba hecho para las pruebas por etapas, y que podría expresar mejor su talento en las clásicas. La verdad era otra y Nicolás la reveló en 1929.

Era simplemente, que la dirección de la carrera estimó que no tenía entidad, imagen pública suficiente para ser un campeón aceptable. Se le pidió primero que calmase sus ardores. A lo que se habría negado, sin duda, si su patrón, el legendario Baugé, no le hubiera hecho comprender que si no cedía, no tendría equipo para el año siguiente, ni con él, ni con ningún otro...

Esta historia la confirmó hace cuatro años, dos antes de su muerte, a la edad de 86 años, añadiendo incluso: "Lo peor es que si hubiera ganado aquel Tour es seguro que no hubiese corrido en 1925". Hay que saber el poder que tenía en aquella época las marcas y los organizadores. Ahí está el caso de Roger Lapébie, que habiendo ganado el Tour del 37 no participó en el del 38 porque no le agradaba al director de L'Auto. Necesitó un año para forjarse un carácter a la medida de sus posibilidades. Un año necesario que le vio llegar al Tour con las veleidades de un vencedor, o al menos de un futuro vencedor:

"Esta vez- es decir 1925- Ottavio ganó la regularidad y yo vencí en cuatro etapas, lo que me hizo muy popular. En 1926 gané otras cuatro y terminé, de nuevo, segundo detrás de Lucyen Buysse. En adelante, nadie podría impedirme que yo ganase mi Tour".

Y lo hizo con la increíble superioridad de la que ya hemos hablado. Dejó el ciclismo a los 35 años, pero no sin inscribir la París- Bruselas y la París- Tours en su palmarés, y mejorar el récord de victorias de etapa en el Tour (con 20 triunfos) que ostentaba, hasta entonces, su compatriota François Faber.

Pero, paradójicamente no fue ése récord el que le colmó de satisfacción, sino sus doce maillots de campeón nacional de Luxemburgo. A eso se llama estar orgulloso de sus raíces...