EL SOL EN LA SOMBRA
Llega una única persona y todo parece superpoblado. Eddy Merckx, llamado "el caníbal", apareció en el ciclismo eclipsando durante diez años o más, a todos aquellos que sin su presencia hubieran brillado con luz propia y se hubieran construido un palmarés, merecedor de figurar en el Gotha de los auténticamente grandes de entre todas las injusticias del destino, hay dos flagrantes que merecen renacer de entre las cenizas del fénix: Roger De Vlaeminack, que no se hubiera contentando con las catorce clásicas que figuran en su palmares- lo que ya es de por si extraordinario-; y sobre todo, Felice Gimondi, que de la noche a la mañana paso de estrella a corredor de segunda fila...
Piensen que después de ganar el Tour del Porvenir, en 1964, gano en su primera temporada como profesionales, el Tour de Francia ante un Raymond Poulidor en gran forma y supermotivado por la retirada de Anquetil.
Fue un golpe maestro que confirmó en la temporada siguiente con sus victorias en París- Roubaix, París- Bruselas y Giro por delante de Anquetil, robando al francés sus últimas ambiciones sobre las grandes vueltas.
Nació el 29-9-1942, en Bérgamo (Italia) y dominaba todas las disciplinas del ciclismo: rodar (dos éxitos en el G.P. de las Naciones, en el 67 y 68, lo atestiguan), escalar, sprintar. Tenía clase y audacia y sabia sufrir cuando las circunstancias lo exigían. El porvenir era suyo, y el ascensor que le llevaba a la planta de los "campeonissimo", con los Coppi, Bartali, Binda o Girardengo, le abría sus puertas. Pero llegó Merckx, era preciso luchar, y él supo hacerlo valorando las victorias de su ilustre adversario.
Eddy Merckx, con ese fair- play que definía su estilo, le rindió homenaje en 1978, una vez que los dos estuvieron retirados: "Gimondi es un corredor completo, inteligente y de gran coraje. Admiro su fuerza de carácter, su nobleza y su cortesía. El hace honor a nuestra profesión".
No se le podía saludar mejor, ni mas justamente. Su perseverancia y su obstinación le autorizaron a que, en ocasiones, llegase a enmendarle la plana al astro belga.
Su palmarés es elocuente y digno de admiración. Pero no hay nada en los campeones que no lo sea. Felice es el único entre los grandes que no ha sido contestado por nadie, ya fuesen sus adversarios, sus mentores o los periodistas. Y no porque jamás conociese la derrota. Por el contrario, se le sabia colérico e impulsivo, pero siempre se sabia controlar, interiorizar sus emociones para darlas suelta en el único lugar en que valía la pena: en las carreras.
En la actualidad, Felice Gimondi, es un ejecutivo en una empresa italiana del sector ciclista, con la misma aplicación y cortesía que le caracterizaron en su carrera de campeón. Un titulo que algunos especialistas se obstinan en negarle, Y sin embargo él estuvo allí...