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lunes, 26 de mayo de 2014

Este Domingo decidí hacerle una visita a mis amigos del Club Ciclista Giralda, que hacía mucho que no salía con ellos; concretamente desde mi primer "descanso dominical" que les quise dedicar a ellos. Y vive Dios que no me he arrepentido porque ha sido un día entrañable.

Yo no me considero demasiado viejo; pero ciertamente llevo muchos años en el ciclismo. Como consecuencia empiezo a perder esas fuerzas e ímpetus de la juventud, cuando nada más que quería ir todo el día corriendo y compitiendo. Ahora empiezo a valorar cada vez más la tranquilidad y el bienestar... debe ser mi particular "crisis de los 40". En este sentido agradezco sobre todo los buenos ambientes y la acogida. Y en esto el Club Ciclista Giralda es un para mí un ejemplo de club acogedor.

Es gratificante llegar a un sitio en el que se te recibe con los brazos abiertos, que se te aprecia por lo que puedas aportar en vez de verte como competidor o adversario, que no se te juzga, que no se te exige nada, que sencillamente se alegran de que les acompañes... en una palabra: que se te acoge.

Independientemente de Andrés Benítez o José María Zeppelín, a los que ya no hace falta que nombre pues los conozco desde hace años y es normal que me traten con afecto, quiero destacar a tres personas en particular que me han hecho sentirme "como en casa": Jorge, el presidente, Ismael Diañez y Víctor, el Cantabro. Tres personas encantadoras a las que, como quien dice, acabo de conocer y que sin embargo me han tratado genial. Los tres me han prometido que vendrán a hacernos una visita a la VAJ y que sepáis que os he tomado la palabra. Os esperamos por allí.

Y vamos con la etapa. Mi primera sorpresa me la llevé en Santiponce cuando me adelantaron los amigos del MRG de Benacazón y entre ellos me saluda el Torralbo. Y dije yo: ¿Qué hará el Torralbo con los Benaca?. Luego supe que iban a la Vuelta a los Melonares y lo comprendí todo... lo que le gusta al Torralbo, vamos.

Como en la rotonda del rey no había nadie preferí esperar en el puente del polígono, desde el que hay una vista espectacular. Cuando llegaron me metí a rueda... donde a mí me gusta tanto ir. Eran unos 40 ó 50 y en principio venían todavía neutralizados. Al poco empezó el espectáculo de Ismael Diañez haciendo fotos. Me estuve fijando como se relía la cuerdecita de la cámara en la mano para que no se le caiga y se lía a hacer fotos, para alante y para atrás. Un trabajo sacrificado, sobre todo teniendo en cuenta que reaparecía después de varias semanas enfermo, pero que le agradecemos pues a todos nos gusta luego vernos en las fotos.

A partir del Esparragal se aumenta el ritmo y empiezan los primeros ataques. Especialmente activo estaba el Canijo, al que también conozco porque coincidimos mucho en esas tórridas tardes de verano en el Coviran de las Pajanosas; pero Víctor, el Cantabro, se encargaba de controlarlo desde el pelotón. Luego me enteré de que ahora tienen un pique particular entre ellos. Estaban en El Garrobo metiéndose el uno con el otro: "te voy a ganar; no, te voy a ganar yo a ti..."

Atravesando Gerena adelanté a Santi, el butanero, que también había ido tirando un buen rato del pelotón. A la salida del pueblo eché mi particular ratito con José María Zeppelín que (no sé como salió) me dijo que tenía 73 años. Y aguantó con el grupo hasta el 10%. Joder, ya lo firmaba yo para mí. Vaya ejemplo a seguir.

Antes del 10% atacaba de nuevo el Canijo, que está fuerte, con otro. Pero de nuevo Víctor entraba en el citado repecho de pie y moviendo desarrollo, lo que propiciaba el descalabro total del pelotón y ya cada uno la guerra por su cuenta. Se reagrupaban arriba unos cuantos (como 20 más o menos) en un paroncillo que me permitía ser de los últimos en entrar tras tener que regular en el 10% (que este año para arriba soy un carro de polos). A partir de aquí acelerones en cada repecho pero parones arriba lo que ha sido soportable para los que habíamos pasado el 10%, que ha sido la clave.

Y de cara al sprint de El Garrobo ha vuelto a pasar. De nuevo el Canijo y Víctor lo encaraban pero les ha pasado como nos pasó a nosotros un día. Que no sabían donde estaba la meta porque han quitado el cartel del pueblo de toda la vida. Yo iba a rueda pero tampoco sabía que hacer. Poco a poco nos fuimos cansando y fuimos levantando el pie; pero alguno llegó sprintando hasta los adoquines. Hay que fijar una meta allí porque cualquier día nos vamos a meter sprintando en el bar.

En el bar nos encontramos muchos ciclistas. Normal, porque allí se está en la gloria. Allí estaban Joaquín Molina (vestido de la VAJ igual que yo), Salvador, Silverio e hijo; entre otros muchos que luego se volvieron con nosotros. Después del ratito de rigor nos dispusimos a la vuelta que era por la N-630. Yo, como siempre que se vuelve por la general con levante, temiendo la cunetada a partir de Las Pajanosas.

Esta vez íbamos a tener suerte (los de cola) pues entraba el aire más de cara que de costado y mientras que por delante se irían pegando una paliza los que tiraban, por detrás no hacia el daño que hubiera hecho si el aire hubiera pegado más de costado. Por cierto, que otra vez vi al Santi, súper motivado, tirando del pelotón mucho rato camino ya de Sevilla. Este también ha amenazado con venir a la VAJ. Como siga así nos va a soltar de rueda.

Al final los típicos acelerones en las tres Marías, incluido el Peral; pero que no me fijé si era final de etapa o si seguían corriendo hasta Sevilla, porque yo me desvié en la rotonda del Rey con Joaquín Molina y algunos más, mientras ellos seguían para La Algaba. De camino a casa dos encuentros inesperados más (como el del Torralbo): el Carretero, que apareció de la nada en Santiponce y nos acompañó a Joaquín y a mí por el muro; y el equipo Polsando Team, con muchos acompañantes de la VAJ, que me crucé ya camino de Bollullos, que habían ido a inspeccionar el recorrido de la carrera de Masters de Bormujos del Sábado que viene. Mucha suerte a todos ellos en la carrera.

Para finalizar recalcar una vez más que ha sido un autentico placer compartir el día con Los Giralda, un club acogedor, y con el que sin duda repetiré de vez en cuando porque, independientemente del recorrido, ya se ha convertido en algo más; es un sitio al que me gusta ir porque me reciben como lo que soy: un amigo.

Un saludo a todos.
Por DAVID TAQUINI/ fotos ISMAEL MEDINA (26/05/2014)